miércoles, 6 de noviembre de 2013

Comprendiendo el amor

Las películas, los libros, las experiencias, cada minuto, cada pensamiento enamorado, unos ojos fugaces. Eres mi llanto constante, mi pena latente. Mi anhelo más grande, un pedacito de suerte. 

Te extraño, tanto como el sonreír en serio y mi vida insípida pasa, 
mis sueños se entierran desiertos. Lo abarcas todo y cómo lo disimulo. No estoy cómoda con nadie, te quiero de regreso así como a mis mejores años.

Y me he empeñado con mucho esmero en preparar un bálsamo para mi mente, para ahorrarle el dolor de tu partida; pero la verdad es la súper heroína que vence al final y en el silencio de la noche, al terminar el día…

Tus susurros todo lo llenan, tus latidos reviven y se duermen a mi lado. El bálsamo ya no ha funcionado. Se ha rendido. Inútil. Me emborracho con tus promesas pasadas, con tus chistes viejos, nuestros mejores momentos pasan como una película antigua, una serie que ya no es vigente. Y te quiero de nuevo. 

El corazón nunca volvió a acelerarse tanto con un abrazo y me doy cuenta que recién lloro tu partida, que es ahora cuando he decidido aceptar que nunca fuiste mío ni lo serás. No hay final feliz en esta historia que nunca será escrita. No hay final feliz, pero hay sentimiento. Hubo de todo, lo hubo, realmente. Ahora, ya no más. 
Te voy a extrañar, pero soy una excelente actriz.