jueves, 13 de diciembre de 2007

Café salvador


Se hacía tarde. Me sentía muy sola.
Era otra lluviosa noche y no sabía qué era lo que realmente estaba haciendo en ese café. Esperándote, como siempre. Y es que ya hace varios años que vengo haciéndolo. Según mis amigas era una tonta por no poder decirte en la cara que eras un idiota. Que no sirve de nada todo lo que me esforzaba por darte mi amor, mi dedicación y mi cariño. Mi negro pelo azabache empezaba a esponjarse como de costumbre. Mi histeria desmesurada hacía que mis uñas se volvieran más pequeñas cada segundo que pasaba. Y qué podía hacer. Nada. ¡Hey! – decía mi voz interior, como tratando de sacarme del ensimismamiento típico de mi carácter desde que tengo uso de razón. Mientras pasaban las horas (y no llegabas) podía observar la gran publicidad de las calles. Me detuve especialmente en una que decía: “Se vende sueños”. Y me dije - ¡Qué descaro! Es que ya no era posible que ahora incluso se comerciara con lo que siempre había sido gratis. Más abajo, por supuesto, había una enorme foto de un cómodo colchón a un gran precio. Inmediatamente me sentí asqueada de todo y al voltear a la derecha, tras la luna del café, pude ver más propagandas de diversos productos que lo único que buscaban es que te obsesiones por conseguir dinero para comprar y seguir comprando hasta el fin de tus días. Sin darme cuenta grité, muy fuerte, ¡Socorro! De pronto, toda la gente comenzó a girar sus cabezas con una mirada inquisidora dirigida directamente hacia mí. Me sentí absolutamente excluida, diferente, inclusive enferma. Tenía tantas ganas de salir corriendo. Inesperadamente una voz tan suave, parsimoniosa y hasta con una melodía agradable me habló al oído, diciendo: ¿Quieres un café? ¡Sí! – dije sin titubear. En ese momento sentí que ese ser extraño me había salvado de un colapso nervioso. ¡Gracias! – dije sonriendo. ¿Capuccino o expreso? – me preguntó. Su mirada era tan penetrante, su voz me hacía temblar y había algo en él que me hacía sentir serena, relajada, como nunca. Capuccino. Respondí, con otra sonrisa, esta vez patética. Llovía como nunca. Me perdí por un momento observando las gotas de lluvia y deseando con todas mis fuerzas ser una de ellas. Hay grandes sorpresas – me decía. Ahora el que sonreía patéticamente era él. ¿Sorpresas? – respondí. ¡Sí!. Hay grandes maravillas en la vida de una joven como tú. Afirmó. Sí, claro. Por favor – le dije, mirándolo con incredulidad. Él rió y su risa fue tan sincera e inocente que no pude evitar contagiarme. Sin querer fuimos manteniendo una conversación grata. No podía creer que me estaba divirtiendo y sin ti. Había magia en cada una de las palabras que salían de nuestras bocas. Le conté todo lo que me habías hecho. Absolutamente cada momento insufrible, patético, ridículo. Lo único que él hacía era convencerme de que no lo eras todo, como yo creía, y que aunque me resista, mi vida podía cambiar sólo si me lo proponía. Si lograba arrancarte y pensar en mí. En mis necesidades. Recuperar mi prisionera libertad perdida en un ayer lejano. Después de cinco horas y media de reír y reflexionar logró convencerme. Había dejado de creer que mis días eran para ti. Tenía más opciones. Podía elegir. Eso era lo mejor que podía ocurrirme. Me paré para ir al baño. Le pedí que me esperara. Él asintió. Frente al espejo del tocador empecé a preguntarme: cómo era posible que cada momento en el que estuvimos juntos no significó nada para ti. Pero ya no importaba. Ahora había tomado las riendas de mis días y tú ya no eras parte del nuevo guión que estaba dispuesta a escribir. Un guión en el que yo era la protagonista y no la mejor amiga que ve pasar toda la acción y no toma decisiones en la trama. Cuando volví, mi nuevo amigo ya no estaba, sólo había una nota que decía: Eres la protagonista de tu vida y no la mejor amiga, por fin lo entendiste. Hasta siempre. Nunca entendí cómo supo lo que pensé, cómo pudo llegar ahí, a ese café y saber que nunca llegarías, que yo estaría sola, cómo logró cambiar mi perspectiva. Si fue algo divino o humano, jamás lo sabré, pero de lo que sí estoy segura es que desde ese día el protagonismo fue mi especialidad. En noches oscuras de lluvia suelo ir a tomarme un café con la esperanza de volver a encontrar a la voz deliciosamente perturbadora, pues si bien he superado muchos problemas en mi vida, no he logrado olvidar al ser, no sé si humano, reitero, que me quitó la vende turbia con la que tú habías tapado mis ojos.

miércoles, 31 de octubre de 2007

La princesa aherrojada

De ojos negros y cabello azabache caminaba sola, en una oscura calle una deleznable muchacha, se veía triste, perdida y muy sola, por su andar parecía una persona de alta ralea, una típica niñita buena, de esas a la que la vida ha tratado bien.

Era sorprendente, por no decir molesto, verla pasar por ese villorrio, en donde yo vivía, un asqueroso cuchitril para ser sincero. Sencillamente, no lo soportaba, era deletéreo mirar su caminar, no lo resistía y es que era cierto me perturbaba tan solo observarla, pues yo era una persona desagradable, adusta, basta, orate, un maldito cicatero, debo admitir que era un baldón siquiera cuestionarme el porqué de su presencia entre toda esa cáfila, nada dispendioso como seguro ella estaba acostumbrada a vivir.

No podía negarlo, me gustaba; pero tuve que resignarme y aceptar que ella jamás se fijaría en mí y que la sola idea me turbaba, simplemente la dejé pasar y eso fue todo, al final tenía que reconocer que yo era un ser invisible, escuálido y deprimente y ella; vida pura, melancolía mezclada con hermosura, una princesa aherrojada; pero al fin y al cabo una fina dama, mucho para mí, demasiado para un heraldo de la muerte.

Diecinueve


Un cigarro, una canción,
la tarde clara,
mi alma oscura,
Mis pensamientos en ti,
mi voz te busca,
mis ojos te sienten,
mi alma te encuentra.
Tú...no estás conmigo
tus besos sí
tu amor también
El aire me acaricia
y sé que eres tú
espero que lo seas... aunque estés con ella
Un te quiero no basta
mis casi 19 tampoco
este poema sin sentido no es suficiente
para admitir que te amo

aunque no puedas notarlo.

miércoles, 24 de octubre de 2007

El genio costumbrista


Desde que descubrí el mundo que se escondía detrás de Ricardo de inmediato quise que fuera mi amigo. Comprendí, rápidamente, que la única forma era nunca dejar de leerlo. Y es que, por más que quisiera, no podría evitar entrar al estudio ponerme a hacer mis tareas y de pronto sentir unas ganas horrendas de leer otra cosa. Y hoy me pasó eso nuevamente en lugar de armar mi exposición del adverbio estoy aquí escribiendo acerca de Ricardo Palma, el genio costumbrista, el escritor que no se puede encasillar en una época precisa, tal vez el romanticismo, pues su obra tiene diversos matices que no permiten hacerlo. Ponerme a describir las tradiciones, su obra máxima, comentar acerca del parrafillo histórico, de la sátira, la mezcla entre ficción y realidad, del uso genuino del lenguaje, etc no es lo más apropiado porque supongo que es más efectivo ir a la biblioteca, consultar una web si necesito esos datos. Hoy simplemente deseo con todas mis fuerzas publicar este poema de Palma que no necesita un cuadro actancial para lograr captar el verdadero mensaje, porque habla por sí solo.




La poesía

¿Es arte del demonio o brujería
esto de escribir versos? - le decía,
no sé si a Campoamor o a Víctor Hugo
un mozo de chirumen muy sin jugo.
Enséñame maestro, a hacer siquiera
una oda chapucera.


- Es preciso no estar en sus cabales,
para que un hombre aspire a ser poeta,
pero, en fin, es sencilla la receta.


Forme usted líneas de medidas iguales,
luego en fila las junta
poniendo consonantes en la punta.


- ¿ Y en el medio? - ¿En el medio?
¡Ese es el cuento!
Hay que poner talento.
Palma: Verbos y gerundios




martes, 23 de octubre de 2007

Inicio de un largo camino


Para ser sincera nunca me llamaron la atención los blogs y debo confesar que ahora que se han hecho más conocidos, hasta tienen un día oficial, me entraron unas ganas bárbaras de tener uno. Sin embargo, para no crear este sitio sin ninguna intención decidí darle una función: un lugar en donde puedo escribir libremente sin necesidad de sensura alguna y esto sí lo considero necesario, pues hace mucho tiempo que no escribo por el simple gusto de hacerlo. Es probable que muchas veces no tenga nada interesante que decir, pero como ya lo mencioné voy a usar este sitio como un medio de expresión y quienes quieran pueden enterarse de mis arrebatos y tal vez coincidan conmigo de alguna u otra forma. Espero, por lo menos, que mi lector más fiel sea mi preciado princess team. Y con esta primera publicación doy por inagurado mi blog.