domingo, 8 de junio de 2014

En estos días

Escrito el 12/11/13: 

Lo insípido de la vida se convierte en calma cuando has aceptado finalmente que no puedes cambiar tu realidad. Miro desde la ventana de mi trabajo casas y edificios bajo el cielo de mi ciudad favorita, de mi hogar; y no encuentro un solo consuelo, hasta que de pronto pasa una ardilla apurada, corre por un cable eléctrico, la observo con anhelo, la veo en libertad. 

No puedo evitar preguntarme cómo fue que me convertí en esta persona que debe trabajar todos los días, preocupada por las deudas, con responsabilidades financieras, seria por las mañanas, con el gesto adusto, el ceño fruncido, que ya no tiene tiempo para leer o escuchar música, que pocas veces coge la guitarra. Cómo me convertí en la profesora ronca que no puede cantar tirada en su cama feliz. Cuándo dejé de soñar y divertirme. Es lógico. Todos dirán que es parte de crecer, de asumir, de madurar y aunque parezca estúpido tengo que decir que lo detesto, tal vez soy totalmente infantil; pero, la verdad, me importa un comino. Crecer es un asco, ser responsable, envejecer y todo lo que implica sobrevivir aquí en esta secuencia estúpida que llamamos el día a día me da náuseas. 

Sin embargo, no todo está perdido. Sé que tengo que estar agradecida por lo que tengo que no es mucho, pero, no es poco. En estos días que me da por reflexionar, llorar, quejarme y deprimirme es cuando me doy cuenta que necesito un chispazo, una nueva motivación, que no puedo vivir para pagar cosas o sólo para trabajar. El consuelo es que, aparentemente, no soy la única, veo a mi alrededor y puedo notar las miradas y los mismos gestos en los demás. 

¿Qué pasa con la vida? ¿Cuál es la solución para este gran aburrimiento? Recuerdo claramente que cuando tenía 15 o 16 y decía que estaba aburrida, mi mamá me miraba fijamente y de su boca siempre salía la misma frase: "¿Estás aburrida, hijita? Porque hay bastantes cosas que hacer". Y yo sólo podía pensar, Ay, mamá. Y es que en realidad el aburrimiento sólo era una forma de expresar que no entendía la terrible rutina que vivía, pero si tengo que ser honesta, lo anhelo con el alma, desesperadamente. 

En fin, el tiempo sigue pasando, eso no va a cambiar. Se acaba mi hora libre, tengo que regresar al trabajo. No es malo, los chicos me llenan de energía. Voy a tomar determinaciones. Debo organizarme mejor para tener tiempo de leer, correr, reír, manejar mejor mis gastos. Necesito libertad y respirar buen humor. Amo la vida, es algo que no puedo negar, sólo estoy atrapada en un momento en el que siento que todo es igual, mas siempre hay salida. Lo sé y lo creo profundamente. Entonces… 
¡A planear! 

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