martes, 26 de junio de 2012

Un día cualquiera


Noches de San Isidro, 
acompañan mis pasos, 
te llamo y no contestas,
de verdad quiero escuchar tu voz. 

Tengo presentimientos, 
que quiero arrancar,
tengo sensaciones, 
que quiero borrar. 

Y sigo rumbo
al óvalo de mis descansos
y sigo paso a paso
poco a poquito. 

Veo los edificios majestuosos, 
en donde habitan mis sueños
Los construí frente al Golf
para recordar siempre qué es
lo que quiero, lo que quise y lo que soy. 

Y sigo la ruta, voy a pie; 
pero los autos que pasan 
me saludan, cómplices 
tan conectados con mis ansias. 

Y ya es momento: 
me contestas  te lo cuento todo
brota poesía... sonrisas. 
Me hablas preocupado con tonos 
de ayer, de años, de siglos (te quiero) 

Sigo en el camino, 
cruces peatonales, semáforos, 
micros repletos de mis inseguridades,
los dejo partir, están llenos. 

Gente acumulada, 
esperando llegar después
de un largo día 
paso desapercibida. 

Viento nocturno, 
traicionera e impaciente
miradas de lado
sospechosos devotos, 
gente común. 

Momento de colgar, 
¿hablamos mañana?
Tal vez. Te quiero. 
Desesperación. 

Un taxi me incita 
a llevar más rápido
mi cansancio, aliviarlo. 
No accedo, puedo más el miedo. 
Así soy. 

Largo camino a casa, 
sueños de edificios, 
nostalgias del golf, 
inseguridad ciudadana, 
humana, mundana. 
Así soy. 

No hay comentarios: